martes, 4 de marzo de 2008

Benelux tour. Parte 2: Bélgica

En el capítulo anterior lo había dejado con la ida a Brujas, así que continúo...
Llegamos también a la hora del mediodía tras 3 horas de tren con escala en Antwerpen , o como todo el mundo lo conoce, Amberes. En Amberes solo vimos la estación de trenes y por lo que sé, es una de las cosas que más merece la pena ver en la ciudad. Para que se hagan una idea de lo impresionante que era, había una pareja sacándose las fotos de la boda en el interior y no con una Polaroid. Amberes fue mi primer contacto con los olores belgas....por Dios!!como pueden oler tan bien los crepes y los gofres??? Bélgica huele a gofres por todos lados y yo iba con cara de imbécil por mi colocón de azúcar.
Una vez en Brujas, seguimos la metodología estándar: llegada, tourist information y registro en el albergue. Después de eso libertad para ver la ciudad: llegamos hasta la plaza central, que me pareció increíble, creo que la más bonita que he visto nunca, a pesar de estar plagada de turistas, dimos vueltas por los canales,vimos la estatua del orgullo del lugar, el pintor flamenco Jan van Eyck, la iglesia donde está una de las reliquias más antiguas de Europa que contiene la sangre de Cristo y callejeamos hasta casi caer desmayados, porque no encontrábamos donde comer. Comimos en el primo belga del Mc Donald, el Quick, más caro pero con una situación inmejorable porque estaba en la mismísima plaza central. Con la tripa llena, nos fuimos a comprar postales o algún souvenir y a terminar de ver la ciudad, llegando hasta sus molinos. Como estaban en lo alto de unos montículos, para bajar, estuve a un tris de hacer la croqueta y echarme a rodar, pero mi fabuloso abrigo rojo no creo que esté para eso. Se nos hizo de noche y como no teníamos mucha hambre decidimos hacer merienda-cena con una degustación de gofres. Entramos en una cafetería-restaurante, pero como el antipático del cocinero no tenía ganas de servirnos, nos puso la excusa de que ya se había pasado la hora de los gofres, así que nos tuvimos que ir a un puesto callejero, donde me comí uno con chocolate fundido...Buenísimo! Como estábamos agotados de tanto tute, nos fuimos pronto a dormir, que al día siguiente nos esperaba Bruselas.
Día 17: Cuando llegamos seguimos el procedimiento habitual. Intenté hacer gala de mi nivelón de francés de la ESO pero no sirvió de nada porque terminamos igual de perdidos. Al final, logramos llegar, dejamos las maletas y nos fuimos al museo del Cómic. El cómic en Bruselas es como para los andaluces el flamenco y los toros, una filosofía de vida. Fueras donde fueras, siempre había algo que tuviera que ver con ellos y en muchos puntos de la ciudad habían murales pintados con escenas o personajes de los mismos. El museo era bastante entretenido y pudimos ver a los personajes belgas más famosos: Lucky Luke, los Snorkles, Spirou, los pitufos, Marsupilami y el más conocido, o con más merchandising de todos: Tintín. A la salida del museo callejeamos un poco, para terminar comiendo en un turco, porque teníamos un antojo de kebap que no era ni normal. De ahí nos fuimos al museo de la música, un edificio de Victor Horta, que merecía la pena solo verlo por fuera. Por la misma zona también vimos el Palacio Real, y desde allí,directos a ver al Manneken pis, o el niño meón, que es una estatuilla enana. Como no podía ser menos, también vimos a su hermana, la Jeanneken pis, o niña meona, que es el reclamo turístico de un bar que también es famoso por la enorme cantidad de cervezas que tienen, 2004 tipos!!.Nosotros entramos para hacer una degustación y como soy así de chic! pues una cerveza de fresa y otra de frambuesa, cualquiera contal que no supiera a cerveza.
Día 18: Este día desde las 10 ya estábamos de paseo por la ciudad para poder sacar fotos sin 10000 turistas por medio. Nos fuimos a La Grand Place, muy similar a la plaza central de Brujas en cuanto al estilo de los edificios: impresionantes e hiper-recargados. Desde la plaza central nos fuimos a ver el Parlamento Europeo, que aunque no entramos, nos llevamos montón de folletos y papeluchos gratuitos. De ahí, directos al famoso Atomium, que fue restaurado en 2006, así que está reluciente. Entramos en su interior que no es nada impresionante, salvo las escaleras mecánicas que sorprenden por su estrechez. Salvo eso, es mejor por fuera que por dentro. Allí comimos el auténtico gofre belga, que es rectangular, solo lleva azúcar glass (nada de guarradas) y sabe como a churros, mucho mejor que los que conocemos popularmente. Tras esto, volvimos al centro, para ver algunas cosillas que nos quedaban y luego una retirada temprana.
Día 19: Para la última mañana, dejamos el tema de la compra de souvenirs, postales y bombonerías. El tema de las bombonerías es casi peor que el de los gofres, porque mires donde mires solo ves escaparates con fondues de chocolate y mostradores con todo tipo de bombones. El mejor sueño de Willy Wonka, Homer Simpson y de mi hermano. Dejar esto para el último momento fue un Craso error!! porque sólo pude ir a ver una tienda de caramelos, que era una auténtica monada y a la tienda de bombones Leónidas. No conseguimos encontrar los Godiva ni los Neuhaus, que son los más famosos y también los más caros pero tenía especial ilusón en pararme delante de uno de sus mostradores, que eran impresionantes y elegir solo un bombón. Me quedo con las ganas y todo, porque algún histérico quería estar 3horas antes en el aeropuerto por si pasaba algo por el camino. En fin!!tendré que volver para hacer la degustación jeje!
En definitiva fue un viaje impresionante, que sin duda repetiría y si tuviera que decir en pocas palabras que define cada ciudad diría: Amsterdam, vicio y morbo; Rotterdam, modernidad; Brujas, romanticismo y cuentos y Bruselas, diplomacia y bombones.

No hay comentarios: