jueves, 27 de marzo de 2008

Caravaning

Al fin tengo un poco de paz y puedo contarles qué ha sido de mi Semana Santa. Será un post un poco largo pero sin duda lo merece.
Mi Semana Santa empezó el día 12 con un maravilloso viaje en Caravana por la costa portuguesa.
Pre-caravaning: Aunque saliésemos ese día, los preparativos para el Road trip llevaban haciéndose desde muy atrás, aproximadamente desde Navidad que fue cuando se propuso la idea. Tuvimos más de un problema: indecisión, presupuesto, exceso de personal y un Plan B potente (Inter Rail por Portu) que casi nos hacen desistir de la idea, pero por suerte! la insistencia de un líder persuasivo y demagogo como Luke y una cabeza organizativa como la de Mery, hicieron que las cosas funcionaran. Organizamos ruta, dieta, conductor y presupuesto! que era lo que más nos preocupaba. Viendo que la cosa era factible nos pusimos manos a la obra: vieron la caravana y resolvieron dudas existenciales como: Dónde va a parar el cocó y el shishi?; pagamos fianzas; hicimos repostaje y la compra familiar para el viaje aunque se nos olvidaron: lechugas, tomates y pimientos en la nevera.
On the road: El 12 por la tarde salimos de Porto con dirección Sesimbra. Nos fuimos como auténtica familia dominguera: el ñaño Oscar (el piloto), el primo cojonero Luke, papi Chuchi, mamá Mery, tia Vero, yo y la Caravana, que en sí misma era un miembro más de la gran familia. En principio todo iba bien, hasta que hicimos la primera parada. La caravana no se movía, no se sabía porqué, pero el conductor se propuso llevarnos a destino e hizo que la cosa andara, descubriendo así que los que nos impedía avanzar era el bordillo de la gasolinera y que lo que se puede hacer con un coche no se puede hacer con una caravana. Subirse a un bordillo con 3000kilos de más implica REVENTÓN! Tuvimos tan buena suerte o la estrella en el culo de Luke que dimos a parar con el cartel de bienvenida a Sesimbra y a 10m de una estación de bomberos. Un simpático bombero vino con su macaco (gato hidráulico)a ayudarnos con el cambio de rueda , porque si lo llegamos a hacer con el que venía en la caravana todavía seguiríamos en Sesimbra. Por si no era suficiente, allí conocimos al exbombero motorista psicokiller que nos insistía para que lo siguiéramos y mientras cambiaban la rueda, también, se pusieron en marcha los aspersores del césped que estaba junto a la caravana.
-Si una cosa puede ir mal, irá mal por triplicado-Ley de Murphy
Afortunadamente, todo quedó en un susto y proseguimos nuestro camino hasta la playa donde pasamos nuestra primera noche, que también tuvo su incidente. No se nos ocurrió otra cosa que plantarnos en el mismísimo paseo marítimo, por lo que la policía no tardó en llegar y decirnos educadamente que nos mudáramos a la zona de campismo, que para nosotros fue junto a la planta de depuración de aguas...Super romántico!
A la mañana siguiente, salimos hacia la Praia do Meco, una playa enorme de arena blanca,vacía, perfecta para pasar el día tomando el sol, bañándose algunos, jugando al volley, de paseo...idílica! hasta que llegó una excursión colegial que nos fastidió la paz y la tranquilidad. No comimos y nos pusimos rumbo a Praia Dona Ana, en Lagos, una playa pequeña entre acantilados y de aguas azulinas. Por el camino casi se nos inunda la caravana porque se empezó a salir agua del depósito que controlamos rápidamente. Llegamos de tarde-noche y ya por fin! hicimos almuerzo-merienda-cena, con un arroz del chef vasco. Esa noche los chicos y Vero salieron de expedición por el pueblo a tomar algo y Mery y yo nos quedamos como yayitas durmiendo.
Al siguiente día, bajamos a la playa, mientras los chicos fueron en busca de unas palas y una crema protectora,nosotras jugábamos a mi galleta, el clavo o conquista. Hizo un día buenísimo que me animó incluso a bañarme, a riesgo de sufrir una hipotermia y ponerme azul pitufo de lo fría que estaba el agua, pero que mereció la pena. Tras esto, volvimos a coger ruta y esta vez en dirección Portimao.Esta ocasión fuimos a parar a Praia da Rocha, una zona mucho más turística y en la única donde salimos de fiesta. Antes hicimos una pequeña escala en Meia Praia, una playa inmensa de arena blanca finísima, para comer pollo en dudoso estado y descargar el famoso depósito. Todo un espectáculo! Tras esto, otro repostaje en busca de agua y víveres para la noche. Una noche en Praia de Rocha, una noche de largas y divertidas partidas de negros vs. rojos, donde salimos a bailar a la zona de bares y en la cual descubrimos que, pese a quien le pese, aquí somos guiris y toca pagar entrada de los locales, pu***portugueses!
El día siguiente fue más tranquilo. Cambiamos nuevamente de playa, esta vez la Praia dos 3 irmaos. Una playa que, particularmente, me gustó mucho por sus calitas entre acantilados y sus larga zona de arena, donde me persiguió un chucho enano y a Mery se le interpuso un abejorro. Desafortunadamente, hacía un poco de fresquillo y el día no fue excesivamente playero, por lo que nos volvimos a poner en ruta, conmigo de copilota, y llegamos hasta el mismísimo cabo San Vicente. Sacamos las fotos de rigor y vimos los acantilados, que cuanto menos eran acojonantes! A la vuelta del cabo, fuimos a parar a Zavial, una playa surfera que como dijo alguno: de buen rollito, tan buen rollito que nos dejamos las llaves por fuera y nadie nos robó. Aquí, pasamos la noche alrededor de una pequeña fogata pero que nos duró más bien poco, porque vinieron unos guardas de la zona y la tuvimos que apagar, así que todos a la cama.
Por la mañana, salimos hacia Praia da Luz, una playa también turística, donde me volví a bañar pero de la cual despegamos más o menos temprano por el fresquito y porque comenzábamos el viaje de regreso, en dirección a Cascais, aunque realmente acabamos en Estoril. Tardamos aproximadamente 3horas en llegar, muertos de hambre por lo que cenamos en un Pizza Hut, necesitabamos algo consistente con qué llenar el estómago.
La idea era pasar la mañana siguiente en la Playa de Carcavelos pero primero pasamos por Lisboa. Intentamos cambiar la rueda que teníamos picada, pero desistimos en la búsqueda. Sin embargo, fuimos a desayunar Pasteis de Belem y con un PAR desayunamos en segunda fila, todos en pijama, en frente de la pastelería viendo pasar a los gorreros. Por si esto no era suficiente, nos plantamos delante de la Torre de los Jerónimos a terminar el desayuno y a sacarnos una foto en pijama. Lo mismo con la torre de Belem. Si los chinos lo hacen, porqué no nosotros?Volvimos a la playa pero como el tiempo no acompañaba, se propuso un cambio de ruta, con dirección Coimbra. Lo que no sabíamos era que no llegaríamos, porque a mitad de camino notamos que la caravana temblaba más de lo normal. Tuvimos que parar en una estación de servicio a mitad de camino y comprobar que la rueda de repuesto también estaba REVENTADA!!Nos tocó esperar que vinieran a arreglarla y esta vez no era culpa nuestra, sino de los anteriores moradores de la caravana, que la habían picado y parcheado. Para haberse matado!
Al final, volvimos antes de lo previsto pero terminamos de sacarle rendimiento a la caravana, ya que habíamos perdido toda la tarde. Nos fuimos con el resto de españolitos de cena en Porto.
La costa portuguesa es IMPRESIONANTE, por lo bonita y poco masificada que está, que hace que sean playas de catálogo y que sin duda volvería a visitar. El viaje, INSUPERABLE, lleno de sorpresas e imprevistos que hizo que fuera aun más emocionante y sin duda dejará un gran recuerdo en cada uno de nosotros.

domingo, 9 de marzo de 2008

Feas costumbres

El post de hoy es no apto para escrupulosos ni personas con una alta sensibilidad a las guarradas, porque lo voy a dedicar a todas esas cochinas costumbres que tienen los portugueses y que a más de uno le revolverá el estómago.
Empezaré por la que considero la peor de todas las costumbres que tienen y que se mire por donde se mire es una auténtica guarrada!!! Escupir por la calle. Lo normal suele ser que vayas tranquilamente por la calle, de charleta con las amigas, pensando en tus cosas o mirando fachadas... cuando de repente, tu apacible camino, es interrumpido por un sonido más que desagradable y que supera hasta los trinos de los pajaritos. Oyes como un señor empieza a emitir sonidos guturales, se va cargando de flemas y demás sustancias que puedan salir por la boca, para terminar echándose el señor pollo, lapo, escupitajo, escupitina o como lo quieran llamar. Realmente asqueroso! Encima hay que tener cuidado, porque hay que intuir hacia que lado va a echarlo el muy cochino marrano,porque apuntan sin mirar y es conveniente evitar que nos caiga encima. Lo peor del asunto, no es que lo hagan solo los señores mayores sino que hasta la señora más emperifollada suelta sus escupitajos a diestro y siniestro. Incluso los niños!! que se supone deben estar educados y serán los futuros mayores del país, también los he visto echar escupitajos como la cosa más normal del mundo. Que asco más grande!
Los habitantes de Oporto también son conocidos como los tripeiros, debido a su afición a comer tripas (a qué suena bien!). De esta encantadora afición deriva otra fea costumbre que tienen, que roza el mal gusto y es incluso hasta gore, que es la de colocar todo tipo de carnes en los expositores que dan a la calle en las carnicerías, incluidas las famosas tripas y coágulos de sangre. Ya de por sí, las carnicerías aquí no dan muy buen rollito porque parecen sacadas de pelis de terror, pero se vuelven más desagradables, cuando se trata de fechas señaladas, digamos por caso Navidad. En esas fechas, la cosa se vuelve más kitsch y asquerosa, porque adornan la cabeza de los cerditos, los montoncitos de carne y demás, con guirnaldas, acebos o bolitas navideñas. Hasta ahora no conozco a ningún españolito que haya pisado una carnicería en Portugal, con eso lo digo todo y no porque yo sea una quisquillosa.
Otra fea costumbre que tienen y que es desesperante, es la de llegar tarde a todos sitios. La impuntualidad tiene un margen de 10-15 minutos pero aquí lo normal es media hora, 3/4. Al principio, llegaba puntual a todas mis clases, pero viendo que aquí nadie viene a su hora, pues ya salgo media hora tarde de casa y aún así llegó puntual.
Para compensar, esta falta de puntualidad y la parsimonía con la que se toman las cosas, lo que hacen es conducir como locos, como si esto fuera un rally de Formula 1, y si pueden te echan el coche encima. Eso sí suelen respetar los pasos de peatones, pero como te retrases un poco empiezan a pitarte como auténticos energúmenos.
Por último, otra fea costumbre, es la de acompañar todos los platos con arroz. Es como para nosotros comer papas fritas pero lo de los portugueses es más radical: que pides carne, acompañamiento arroz; que pides croquetas, arroz; que pides lasaña, pues también arroz; que pides arroz pues más arroz aún...
Pero bueno, cada cual tiene sus manías y costumbres y los españoles no nos quedamos atrás. Simplemente si pensásemos en como se hacen las morcillas y los chorizos, nadie volvería comerlos.
-Nada necesita tanto una reforma como las costumbres ajenas- Mark Twain

martes, 4 de marzo de 2008

Benelux tour. Parte 2: Bélgica

En el capítulo anterior lo había dejado con la ida a Brujas, así que continúo...
Llegamos también a la hora del mediodía tras 3 horas de tren con escala en Antwerpen , o como todo el mundo lo conoce, Amberes. En Amberes solo vimos la estación de trenes y por lo que sé, es una de las cosas que más merece la pena ver en la ciudad. Para que se hagan una idea de lo impresionante que era, había una pareja sacándose las fotos de la boda en el interior y no con una Polaroid. Amberes fue mi primer contacto con los olores belgas....por Dios!!como pueden oler tan bien los crepes y los gofres??? Bélgica huele a gofres por todos lados y yo iba con cara de imbécil por mi colocón de azúcar.
Una vez en Brujas, seguimos la metodología estándar: llegada, tourist information y registro en el albergue. Después de eso libertad para ver la ciudad: llegamos hasta la plaza central, que me pareció increíble, creo que la más bonita que he visto nunca, a pesar de estar plagada de turistas, dimos vueltas por los canales,vimos la estatua del orgullo del lugar, el pintor flamenco Jan van Eyck, la iglesia donde está una de las reliquias más antiguas de Europa que contiene la sangre de Cristo y callejeamos hasta casi caer desmayados, porque no encontrábamos donde comer. Comimos en el primo belga del Mc Donald, el Quick, más caro pero con una situación inmejorable porque estaba en la mismísima plaza central. Con la tripa llena, nos fuimos a comprar postales o algún souvenir y a terminar de ver la ciudad, llegando hasta sus molinos. Como estaban en lo alto de unos montículos, para bajar, estuve a un tris de hacer la croqueta y echarme a rodar, pero mi fabuloso abrigo rojo no creo que esté para eso. Se nos hizo de noche y como no teníamos mucha hambre decidimos hacer merienda-cena con una degustación de gofres. Entramos en una cafetería-restaurante, pero como el antipático del cocinero no tenía ganas de servirnos, nos puso la excusa de que ya se había pasado la hora de los gofres, así que nos tuvimos que ir a un puesto callejero, donde me comí uno con chocolate fundido...Buenísimo! Como estábamos agotados de tanto tute, nos fuimos pronto a dormir, que al día siguiente nos esperaba Bruselas.
Día 17: Cuando llegamos seguimos el procedimiento habitual. Intenté hacer gala de mi nivelón de francés de la ESO pero no sirvió de nada porque terminamos igual de perdidos. Al final, logramos llegar, dejamos las maletas y nos fuimos al museo del Cómic. El cómic en Bruselas es como para los andaluces el flamenco y los toros, una filosofía de vida. Fueras donde fueras, siempre había algo que tuviera que ver con ellos y en muchos puntos de la ciudad habían murales pintados con escenas o personajes de los mismos. El museo era bastante entretenido y pudimos ver a los personajes belgas más famosos: Lucky Luke, los Snorkles, Spirou, los pitufos, Marsupilami y el más conocido, o con más merchandising de todos: Tintín. A la salida del museo callejeamos un poco, para terminar comiendo en un turco, porque teníamos un antojo de kebap que no era ni normal. De ahí nos fuimos al museo de la música, un edificio de Victor Horta, que merecía la pena solo verlo por fuera. Por la misma zona también vimos el Palacio Real, y desde allí,directos a ver al Manneken pis, o el niño meón, que es una estatuilla enana. Como no podía ser menos, también vimos a su hermana, la Jeanneken pis, o niña meona, que es el reclamo turístico de un bar que también es famoso por la enorme cantidad de cervezas que tienen, 2004 tipos!!.Nosotros entramos para hacer una degustación y como soy así de chic! pues una cerveza de fresa y otra de frambuesa, cualquiera contal que no supiera a cerveza.
Día 18: Este día desde las 10 ya estábamos de paseo por la ciudad para poder sacar fotos sin 10000 turistas por medio. Nos fuimos a La Grand Place, muy similar a la plaza central de Brujas en cuanto al estilo de los edificios: impresionantes e hiper-recargados. Desde la plaza central nos fuimos a ver el Parlamento Europeo, que aunque no entramos, nos llevamos montón de folletos y papeluchos gratuitos. De ahí, directos al famoso Atomium, que fue restaurado en 2006, así que está reluciente. Entramos en su interior que no es nada impresionante, salvo las escaleras mecánicas que sorprenden por su estrechez. Salvo eso, es mejor por fuera que por dentro. Allí comimos el auténtico gofre belga, que es rectangular, solo lleva azúcar glass (nada de guarradas) y sabe como a churros, mucho mejor que los que conocemos popularmente. Tras esto, volvimos al centro, para ver algunas cosillas que nos quedaban y luego una retirada temprana.
Día 19: Para la última mañana, dejamos el tema de la compra de souvenirs, postales y bombonerías. El tema de las bombonerías es casi peor que el de los gofres, porque mires donde mires solo ves escaparates con fondues de chocolate y mostradores con todo tipo de bombones. El mejor sueño de Willy Wonka, Homer Simpson y de mi hermano. Dejar esto para el último momento fue un Craso error!! porque sólo pude ir a ver una tienda de caramelos, que era una auténtica monada y a la tienda de bombones Leónidas. No conseguimos encontrar los Godiva ni los Neuhaus, que son los más famosos y también los más caros pero tenía especial ilusón en pararme delante de uno de sus mostradores, que eran impresionantes y elegir solo un bombón. Me quedo con las ganas y todo, porque algún histérico quería estar 3horas antes en el aeropuerto por si pasaba algo por el camino. En fin!!tendré que volver para hacer la degustación jeje!
En definitiva fue un viaje impresionante, que sin duda repetiría y si tuviera que decir en pocas palabras que define cada ciudad diría: Amsterdam, vicio y morbo; Rotterdam, modernidad; Brujas, romanticismo y cuentos y Bruselas, diplomacia y bombones.